Sentir. Simplemente, sentir…

Una invitación a sentir...

Por Salomé Charra

Te imaginas cómo se sentiría un esmalte de color azul si intentase ser verde? Frustrado, seguramente. Pues no es su esencia, en ese momento, ser verde, tal vez lo logre más adelante, si se abre a vivir una experiencia mezcladora, o transformadora… Cuando, tras entrar en contacto con el esmalte de color amarillo, pueda convertirse en verde espontáneamente. Luego siendo verde, ya no tendría sentido que busque ser rojo, pues volvería a caer en la frustración de no ser completamente lo que es, en ese momento.

Bueno, esto que parece muy extraño, es lo que nos sucede a la mayoría de los seres humanos, todo el tiempo… Muchas personas intentan sentir algo diferente de lo sienten en un momento determinado, están constantemente en lucha con lo que sienten. Se sienten de color azul, pero quieren sentirse de color amarillo. Es absurdo, no? Pero esto nos pasa, y es la causa de una gran frustración.

En vez de abrirnos a sentir con total intensidad la emoción que estamos sintiendo, la rechazamos pensando que habría otra mejor de ser sentida en ese momento. Clasificamos las emociones en grupos, las rankeamos de acuerdo a nuestro nivel de agrado, y todo esto lo hacemos con la soberbia de nuestra mente, que cree saber qué emoción es mejor, y qué posición ocupa cada una en la lista. Luego, nos disponemos a sentir sólo las que están por encima de la línea media de la lista, y algunos, más extremistas, sólo se permiten sentir la emoción que suele ser el tope de gama: la felicidad. Todas las que están debajo, son consideradas de baja calidad, de desagrado, y por tanto rechazamos y hundidas en el olvido. Si por alguna situación de la vida, alguna de estas emociones tuviera la osadía de aparecer, automáticamente comenzamos a luchar contra ellas, buscamos por todos los medios no sentirla, y cambiarla por otra en ese mismo instante… 

Sentir algo incómodo no tiene por qué ser algo negativo, a no ser que mi mente lo juzgue como tal… Además, con este afán de colocarnos oficialmente rankeadores de las emociones, despreciamos gran parte de la existencia humana. Negamos muchos colores de la vida… Ya que generalmente en la parte baja de la lista se encuentran emociones muy diversas, como la tristeza, el miedo, la rabia, el asco, la vergüenza y la ansiedad, y sentimientos variados como los celos, la envidia y el resentimiento.
Y si en vez de modificar nosotros las emociones, nos abrimos a que ellas nos modifiquen? Y si las comenzamos a considerar como grandes maestros que nos vienen a enseñar algo de nosotros mismos?

Y si en vez de luchar contra lo que sentimos actualmente, nos abrimos a simplemente sentir? 

Bellos Seres Humanos, debemos reconocer que muchas veces es imposible proceder al cambio de una emoción por otra, a no ser que, como en el caso de los esmaltes de colores luego de abrirnos a la experiencia de ser y sentir en plenitud lo que sentimos ahora, llegue una situación transformadora, que nos invite a sentir en plenitud otra cosa diferente. Pero ya no será el viejo ahora, sino uno nuevo…

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