Mindfulness, un nuevo estilo de vida…

Por Salomé Charra

La meditación es una práctica que busca ante todo una percepción directa y clara de la realidad. A través de la misma, muchas veces logramos arribar a un estado de paz interior, pero este no es el objetivo principal de la práctica en sí misma. Se trata de desplegar nuestra consciencia, de ampliarla, para percibir la realidad de las cosas, de la vida, de sí mismo.


El inmenso valor de la meditación es que, en este estado, nuestros cuerpos: físico, mental y emocional se equilibran y se calman, estamos más en contacto con la totalidad de lo que somos y desde aquí surgen nuevas respuestas a lo que estamos viviendo, liberándonos de nuestros patrones automáticos.

La auto-observación es la esencia de la sanación. Gracias al observador florece la auto-conciencia, entramos en contacto con nuestro cuerpo, nos relajamos y percibimos cómo estamos, qué sentimos, quienes somos.., poco a poco nos vamos desapegando de nuestros conceptos y accedemos a preguntas y respuestas más profundas de nuestro propio ser. Desarrollar una conciencia meditativa supone descansar en el centro de nuestro ser, y para acceder a él se necesita permitir, soltar el control, y entrar en ese espacio en el que todo fluye naturalmente.


Y en qué se relaciona la meditación con el mindfulness?

Dentro del vasto mundo de la meditación, nos encontramos con el mindfulness, una especie de occidentalización de las técnicas milenarias de meditación utilizadas en el mundo oriental.

Se utiliza en diversos ámbitos para recordar a la persona la importancia de estar presente, y consciente, de su experiencia actual, desanimando el “vagabundeo mental” en el que muchas veces caemos: me refiero a los paseos que hace la mente que nos lleva, a través de los pensamientos, de un lado al otro. Este vagabundeo es sumamente estresante, y puede generarnos ansiedad (si la mente va hacia el futuro) o tristeza (si viaja hacia el pasado).


Aún no me queda claro de qué se trata…

La actitud mindfulness se puede resumir en estas palabras: prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar. Parece algo muy simple y lo es, de hecho muchas veces lo hacemos a lo largo del día. No podríamos vivir sin la capacidad de estar en el presente: es la que nos permite recordar a dónde estamos yendo mientras caminamos, aún cuando durante el trayecto nos hayamos perdido en miles de pensamientos. Sin Mindfulness sería imposible poder observar y reconocer la propia experiencia y vivir en este mundo.

Sin embargo, y aunque creemos tener control consciente de nuestra atención, lo que normalmente sucede (la gran mayor parte del tiempo) es que estamos constantemente atendiendo a pensamientos acerca del pasado o del futuro o bien, reconociendo solo una pequeña porción de lo que está sucediendo en el presente: si lo que estoy experimentando me gusta, quiero que continúe o si lo que estoy experimentando me desagrada, quiero que desaparezca.


Y para qué me sirve?

Mindfulness permite reconocer lo que está sucediendo mientras está sucediendo, aceptando activamente el fluir de la experiencia tal cual se está dando. Así es que, aunque experimentemos algo desagradable (por cierto algo inevitable en la medida en que estemos vivos), podremos ahorrarnos el sufrimiento añadido de tener que lograr que aquello desagradable desaparezca. Quedarse solo con lo que experimentamos sin agregar nada más es lo que la práctica de mindfulness permite.

Este tipo de atención nos permite aprender a relacionarnos de forma directa con aquello que está ocurriendo en nuestra vida, aquí y ahora, en el momento presente. Es una forma de tomar conciencia de nuestra realidad, dándonos la oportunidad de trabajar conscientemente con nuestro estrés, dolor, enfermedad, pérdida o con los desafíos de nuestra vida. En contraposición, una vida en la que no ponemos atención, en la que nos encontramos más preocupados por lo que ocurrió o por lo que aún no ha ocurrido, nos conduce al descuido, el olvido y al aislamiento, reaccionando de manera automática y desadaptativa.

La atención plena nos ayuda a recuperar nuestro equilibrio interno, atendiendo de forma integral a los aspectos de la persona; cuerpo, mente y espíritu. Practicando la atención plena desarrollamos una mayor capacidad de discernimiento y de compasión. La práctica de esta atención abre la puerta hacia nuevas posibilidades, nos trae al aquí y al ahora, nos invita a vivir una vida de manera plena y en el presente.


Y cómo puedo aprender a implementarlo?

Desde Modo Consciencia brindamos cursos, talleres y formaciones, que te pueden guiar para comenzar a implementarlo en los distintos ámbitos de tu vida. No dudes es consultarnos por las diversas propuestas…

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